¿Quién fue Harry Houdini? ¿Era ése su nombre verdadero? Les cuento que no, que su verdadero nombre era Eric Weisz; tampoco era estadounidense, sino húngaro, nacido en Budapest el 24 de marzo de 1874. Llegó a Estados Unidos a la edad de 4 años, y se instaló junto a su familia en Appleton –Wisconsin- donde su padre había sido designado como rabino de una nueva congregación. Tuvo una infancia difícil, con muchas dificultades económicas; por eso debió empezar a trabajar desde muy pequeño vendiendo diarios y lustrando zapatos en las calles.
De su infancia es importante resaltar un acontecimiento en particular: el día en que su padre lo llevó a ver al Dr. Lynn, que era un mago viajero. Este fue un hecho que marcó un antes y un después en la vida de Eric, porque fue a partir de entonces que se interesó por la magia y el arte de la actuación; a tal punto, que cuando tenía 9 años, él con sus amigos del barrio formaron un pequeño circo, donde actuaría por primera vez, bajo el nombre de “Eric, el príncipe del aire”, como contorsionista y trapecista. Poco tiempo después se fue de su hogar en busca de fortuna con circos y actos ambulantes. Duró alrededor de un año fuera de su casa, y regresó cuando su familia se trasladó a Nueva York, donde consiguió varios trabajos para mantenerse. Pero durante su tiempo libre se dedicaba a estudiaba magia y a participar de competencias atléticas, ya que tenía una gran resistencia física adquirida tras un constante y dedicado entrenamiento.
Por aquel entonces, llegó a sus manos un libro que narraba las memorias del mítico Robert-Houdin -considerado el «padre de la magia moderna»-, a quien Eric de inmediato convirtió en su ídolo; a tal punto llegaba su admiración, que el nombre artístico que adoptó fue en homenaje a este célebre mago “Houdin”, utilizando su apellido, pero añadiéndole una i al final para indicar “parecido a Houdin”.
Sus presentaciones eran tan espectaculares que el público llegaba a preguntarse cómo haría semejantes proezas; incluso algunos llegaron a creer que tenía poderes sobrenaturales. Lo cierto es que para el público, Houdini era todo un enigma, que con el correr del tiempo se convertiría en “el hombre que podía escapar de todo”.
Para explicar el éxito masivo alcanzado por este personaje, es preciso observar que su emergencia se produce en Estados Unidos hacia fines del siglo XIX y principios de XX, en el contexto de una situación económica y social en la cual, grandes masas de población se encontraban sometidas a trabajos esclavos, a la pobreza extrema y a la desesperanza; por eso, para los espectadores, Houdini encarnaba la figura de un héroe invencible.
Houdini vivía pensando en cómo sorprender al público. Cuenta una anécdota, que en 1896, en Canadá, unos días antes de presentar su espectáculo, visitó un manicomio y ahí encontró algo que lo inspiró para un nuevo desafío: vio a algunos de los internados con camisa de fuerza con hebillas, y que las personas que las tenían puestas no paraban de retorcerse tratando de quitárselas. Así fue que aprendió a escapar de una camisa de fuerza y comenzó a incluir este escape en sus actuaciones.
Hacia 1908 reemplazó la camisa de fuerza por un nuevo e imposible escape que dejó al público boquiabierto: seleccionó un objeto muy común en la época, un tarro lechero grande, que llenó con agua para utilizarlo como trampa mortal que le permitiría realizar el desafío de escapar al ahogamiento.
Con relación a esta prueba hay ciertas versiones que sostienen que quizás la obsesión de Houdini por el ahogamiento se explique en cierto episodio traumático que experimentó cuando tendría 4 o 5 años, que casi se ahoga mientras nadaba en un río. En base a esta versión, muchos opinan que a través de sus escapes del ahogamiento revivía aquella experiencia traumática una y otra vez, rememorando aquella sensación límite de estar al borde de la muerte, para finalmente lograr salir con vida.
Para muchos, la genialidad de este personaje radicaba en que conocía los temores de la gente, sabía acerca del temor al dolor, al encarcelamiento, al ahogo y a la muerte. Y así fue como, combinando el miedo al ahogo con la amenaza de la tortura, Houdini creó lo que él consideraba su mejor escape: la Cámara China de la tortura de agua. Esta era una prueba extremadamente peligrosa y aterradora, que consistía en colgarse cabeza abajo, cubierto el torso con camisa de fuerza y con cepos de madera, y finalmente se lo introducía dentro de una caja llena con agua.
Resulta muy interesante observar que en el imaginario popular, construido desde la cinematografía hollywoodenses, aún hoy se sostiene la fuerte creencia de que Houdini murió durante la realización de esta prueba; pero la verdad es que esto no es cierto, de hecho, el escapista sobrevivió a la tortura acuática muchísimas veces.
Algo que sin lugar a dudas contribuyó a su fama era el excelente manejo que Houdini tenía sobre la promoción de sus espectáculos. Por eso, antes de instalarse en una ciudad, se daba a conocer ofreciendo un espectáculo público en el cual llevaba a cabo alguna increíble proeza. Para él era fundamental mantener su nombre en los titulares. A tal punto era importante para él la autopromoción, que cuenta una anécdota que estaba Houdini compartiendo una comida con amigos, cuando llegó un chico corriendo avisando que cerca del lugar había descarrilado un tren; en ese momento Houdini se excusó de la mesa y se dirigió a la zona del accidente. Al ver que no regresaba, uno de sus amigos fue en su búsqueda, y lo encuentró como víctima del descarrilamiento. Lo más interesante es que este hecho apareció en los titulares de los periódicos del día siguiente así: “Houdini escapa a la muerte en un accidente de tren”.
Mucho se ha dicho también acerca de que Houdini podía llevar a cabo las proezas que realizaba porque tenía la capacidad de dislocarse los hombres y que además tenía una enorme tolerancia para soportar el dolor; pero lo cierto es que durante su experiencia en el circo tuvo la oportunidad de aprender muchas habilidades y destrezas.
Se decía también que aprendió a controlar su cuerpo de la cabeza a los pies, al punto tal de que podía quitarse los zapatos y manipular los dedos de los pies mucho mejor que la gente común manipula los dedos de las manos; incluso se llegó a decir que con los pies era capaz de enhebrar una aguja y hasta que podía abrir cerraduras; y que además tenía la capacidad de tragarse llaves y otros elementos metálicos y regurgitarlos, lo cual le permitía durante sus trucos abrir los candados.
Pero más allá de todo lo que se ha dicho, lo que verdaderamente distinguía a Houdini de otros escapistas de su época era que vivía entrenando hasta el límite. En sus biografías se cuenta que cada día se sumergía en una bañera con agua llena de bloques de hielo, y que con la práctica llegó a ser capaz de permanecer hasta tres minutos sin respirar.
Algunos de sus trucos más conocidos fueron: La Metamorfosis y La Cámara de Tortura China (1912). Otro de sus actos más impresionantes fue el acto Caída al Vacío (1915) más conocido como Shock in the Air, el cual consistía en realizar una caída libre pies arriba, sin ningún medio de protección, realizando un salto desde el piso 70 (unos 280 metros) del Empire State y rebotar hasta 50 metros de altura, saludando a la multitud y desvaneciéndose lentamente en el aire. Un dato interesante es que este acto sólo se realizó en una ocasión dado su alta complejidad técnica
Houdini también fue un pionero en otros terrenos, ya que incursionó en el nuevo mundo del cine y en la aviación (en una época en que era muy arriesgado y poco frecuente) llegando a ser el primer hombre que sobrevoló Australia.
Pero a medida que pasaban los años, el físico de Houdini no era el mismo que el de su juventud, de modo tal que tuvo que abandonar algunos de sus trucos más arriesgados. Una de las últimas proezas que popularizó y que más gente congregaba en las ciudades, era escapar de una camisa de fuerza suspendido boca abajo, colgado de una cuerda, desde una altísima grúa. Pero la tarea era agotadora y solía terminar dolorido, por lo que comenzó a buscar otras salidas artísticas. Por eso, con el tiempo montó un espectáculo propio en Broadway que promocionaba con números tales como la desaparición en el escenario de un elefante.
Un aspecto interesante del escapista es la relación que tuvo con el espiritismo. No fue una buena relación sino todo lo contrario.
Recordemos que hacia principios del siglo XX, el espiritismo estaba cautivando al mundo. Houdini en un principio sospechaba que la comunicación entre los muertos y los vivos se trataba de trucos y delirios; pero la muerte de su madre (por quien Houdini –dicen- sentía un amor extremo) lo llevó a reconsiderar su opinión, con la intención de lograr el contacto con el más allá. Por aquella época, uno de los más fervientes adeptos al espiritismo era el escritor Sir Artur Conan Doyle; y la señora Doyle era una reconocida médium. Fue así que Houdini asistió a una sesión con esta mujer; ella se sentó a la mesa con un block para escribir y, en determinado momento, la Sra Doyle logró entrar en trance y pronto la madre de Houdini empezó a hablar a través de ella. Houdini salió de aquella sesión muy deprimido, porque el mensaje recibido no tenía nada que ver con su madre, y le molestó especialmente que los mensajes llegaran en inglés, cuando su madre jamás había hablado en inglés. Esta experiencia sólo le sirvió para profundizar su rechazo.
Luego de este desafortunado episodio, Houdini quedó tan afectado, que consagró su vida a desenmascarar a los falsos mediums, reproduciendo y denunciando sus trucos, y publicando artículos en revistas sobre sus engaños.
Tras muchos años de lucha contra lo paranormal, el mago había diseñado un reto definitivo aprovechando su propia muerte: ideó un código secreto que compartió con su mujer, consistente en diez palabras secretas. Si alguna vez se contactaba a través de algún médium «desde el más allá» usaría esas palabras, de modo que Bess, su esposa, pudiera tener la certeza de que el contacto era genuino.
El final de la vida de Houdini se produjo en extrañas circunstancias. Un día de octubre de 1926, unos estudiantes universitarios se dirigieron a Houdini mientras descansaba tras haber terminado uno de sus espectáculos. Uno de ellos lo retó a recibir unos cuantos golpes en el abdomen para comprobar si su resistencia física era tan legendaria como se decía. El mago aceptó sin miedo. Sin embargo, antes de que pudiera prepararse adecuadamente, recibió un primer puñetazo muy fuerte; y a éste primer golpe siguieron varios más. Aunque aguantó los golpes y el dolor, había sufrido sin saberlo una rotura de apéndice. A pesar de padecer fuerte dolores y fiebre, Houdini quiso seguir trabajando durante los días siguientes, hasta que finalmente sufrió dos desmayos en una actuación y tuvo que ser hospitalizado.
En la madrugada del 31 de octubre de 1926, Houdini fallecía a sus 52 años. Los médicos emitieron un informe en el que indicaban como causa de la muerte una peritonitis. Y Así, tras una vida llena de pobreza y riqueza, de oscuridad y fama, el gran Houdini murió en el Hallowen de 1926. Y su muerte, al igual que las proezas que realizó durante toda su vida, dejó a mucha gente con incertidumbres.
Tras su fallecimiento, muchos espiritistas aseguraron haber entrado en contacto con su espíritu, especialmente un médium llamado Arthur Ford; aunque su mujer nunca recibió el código secreto. Llegaron a publicar historias falseando incluso el testimonio de Bess para hacer creer que había aceptado que el código había sido revelado, pero nunca fue así.
Finalmente, al cabo de diez años, su mujer celebró una última sesión sin éxito. Apagó entonces una vela que simbólicamente había mantenido encendida junto a la fotografía de su esposo y dijo: «Diez años son suficientes para esperar por cualquier hombre».
Desde entonces, es tradición entre los magos celebrar, cada 31 de octubre, sesiones en las que se invoca al espíritu del Gran Houdini.