Una mujer de aspecto aniñado nos abre la puerta de su
casita, para que conozcamos su pequeño mundo interior; un microuniverso tan
perfecto como una casa de muñecas. Pero
tal perfección, no hace más que incitarnos a sospechar que debajo de esta
superficie se oculta otra cosa.
Así es como Amanda (Sol Canesa) nos deja entrar en las
profundidades de su vida interior y ser testigos silenciosos de sus luchas
internas, que arrancan a partir del momento en que decide tirar de un ínfimo hilo que sobresale de su
prolija vestimenta, y no dejar de tirar
hasta que toda su ropa se deshilache, y se quede desnuda. Una desnudez que más
que un infortunio podría ser una gran oportunidad para cambiar de ropaje y vivir
en un mundo imperfecto pero real.
Amanda,
la casita, bajo la dirección de Gabriel Paez, se plantea como una metáfora de aquellos momentos en que
nos encontramos en la situación de tomar una decisión muy importante en nuestra
vida. Y el camino elegido para ello por
la dramaturgia es el tránsito por el proceso previo a la transformación, desplazándose por distintas temporalidades de
la vida de esta niña-mujer, explorando en los vericuetos de su historia, en su
pasado, sus orígenes, su infancia, sus lazos familiares y en sus experiencias
amorosas; haciendo foco en aquellos mandatos sociales interiorizados que se hicieron
carne en Amanda, bajo la forma de un “deber ser” incuestionable, reprimiendo
sus deseos, limitando su universo, y achicando su horizonte de expectativas.
Sol Canesa, en este unipersonal, logra darle carnadura
a un personaje bifacial que en su devenir
debe recorrer los carriles trazados por una lucha psíquica encarnizada
entre su Yo y su Ello. Sin duda se trata de una actriz versátil que a lo largo
de toda la pieza sortea airosamente la complejidad
de desdoblarse en dos caracteres bastante opuestos, transitando por distintos
terrenos dramáticos -apelando para ello a un amplio repertorio de estereotipos
social- saltando de un registro a otro en un tris y con una sensibilidad
sostenida.
La alternancia entre lo trágico y lo cómico resulta
acertada por cuanto distiende la tensión generada por las escenas de mayor
intensidad dramática, dotando al entramado de un adecuado ritmo.
Es para resaltar la estética vintage-infantil elegida para
el diseño del espacio de la escena y el vestuario (de Cecilia Zuvialde), ya que
logra darle forma y funcionalidad a este universo infantiloide en el que Amanda
deshilacha su drama humano.
La
música (de Nicolás Deluca) conjuntamente con la iluminación (de Gabriel Rivero)
logran la construcción de diversas atmósferas y temporalidades, dibujando con
precisión los contornos de la acción dramática.
Finalmente,
la inclusión en la puesta del soporte audiovisual (de Grandes Éxitos TV), sin
bien resulta original como vehículo para la expresión de las fantasías de
Amanda, la utilización de este recurso al final de la pieza complica su cierre,
porque genera confusión e incertidumbre acerca de la finalización de la obra.
Amanda vive en un pequeño mundo, pero tiene grandes
anhelos. Sus reflexiones van y viene entre lo que es y lo que podría ser. El amor es su razón de ser.
ELENCO:
Sol Canesa
FICHA TÉCNICA:
Libro: Sol Canesa y Gabriel Paez.
Dirección: Gabriel Paez.
Escenografía y Vestuario: Cecilia Zuvialde.
Diseño de iluminación: Gabriel Rivero.
Música: Nicolás Deluca.
Animación y Video: Grandes Éxitos.TV.
Diseño gráfico: Laura Canesa y Martín Garabal.
Realización oso animatrónico: Lucas Rodriguez.
Asistente de dirección: Álvaro Panaro. Elenco: Sol Canesa.
Ofelia Casa teatro – Honduras 4761 – C.A.B.A –Tel. 4831-4037
Viernes 23.30 hs.
Localidades: $ 40.- (Descuento a estudiantes y jubilados: $ 35.-).
No hay comentarios:
Publicar un comentario